El sésamo es uno de los cultivos más antiguos conocidos. Los sumerios ya cultivaban y exportaban grandes cantidades de aceite. La llamaban shawash-shammu, que significa "planta aceite".
El origen de este cultivo no está claro, hay quien dice que proviene de Oriente Medio, de la India e incluso de África, concretamente de Etiopía.
Es una planta de ciclo anual, de 1m a 1,5 m de altura. Florece en julio, unas flores tubulares de un rosa muy claro. Las hojas son largas y tienen disposición opuesta. No resiste las heladas y requiere luz solar directa y un suelo húmedo. La planta desprende un olor similar al estramonio (datura stramonium).
En el cuento Ali Babá y los 40 ladrones, la palabra "sésamo" es justamente la contraseña para hacer abrir y cerrar la cueva de los ladrones, lo que indica lo suficiente como era -y todavía es- de popular esta planta al próximo Oriente.
Del sésamo se obtiene aceite y tahina, una pasta muy utilizada en la cocina de todo el Oriente Medio. La tahina es un ingrediente esencial de la pasta de garbanzos llamada hummus o del baba Ghanoush (puré de berenjena). También se utiliza también para decorar panes y tortas, para obtener sal de sésamo o "gomasi" y como ingrediente del sushi y otras preparaciones de la cocina japonesa.
El aceite de sésamo es el que se utiliza para masajear en la tradición ayurvédica de la India. El sésamo es una semilla formidable en todos los sentidos, porque contiene muchísimos nutrientes (aminoácidos, grasas, vitaminas y minerales), y porque todos estos nutrientes actúan en armonía y tienen efectos muy beneficiosos sobre el organismo: fortalece el sistema nervioso, mejora el metabolismo y prevé diversas enfermedades, entre ellas, la arteriosclerosis y la hipertensión arterial. Eso sí, mejor triturarlo antes de consumir para sacarle el máximo beneficio.
Siembra directa en primavera, a unos 20 cm entre plantas.
Lugar y año de producción: Puig de la Bauma, Mura (Bages), 2019